Recuerdo que salía de la cancha de la mano de mi viejo, dimos vuelta la esquina y a una cuadra estaba apostada la infantería.
La hinchada de Chicago avanzaba entonando una canción que irritaba cada vez más a los uniformados. Yo sin entender le pregunté a mi papá que pasaba, el sin dudar me respondió: “Es porque estamos cantando la marcha Peronista” (solo con los años entendí su respuesta).
De pronto los caballos de la montada avanzaban peligrosamente y fue en ese momento cuando uno de los que encabezaba la hilera de hinchas se acerca a mi viejo y le dice:” Metete con el pibe en la casa de algún vecino porque acá va a arder Troya”
Una señora mayor que vivía en la cuadra (como tantas otras) abría las puertas de su casa para albergar ancianos y a los chicos pequeños.
Mientras tanto yo por la endija de la ventana de la solidaria señora observaba como los hinchas de Chicago seguían adelante y lejos de amedrentarse, cantaban con más énfasis “la marcha”.
La policía los esperaba desconcertados ante tanta decisión del otro lado.
Hasta que el combate llegó y pocas veces vi gente con tantos “cojones” enfrentar a las “fuerzas de seguridad” que respondían y defendían a los represores que en ese momento estaban en el poder y prohibían “Las consignas políticas”.
A partir de ahí solo tengo imágenes confusas. Policías que caían de sus caballos , hinchas molidos a palos, autos Falcon de civil que llegaban al lugar y “levantaban” gente y también recuerdo sirenas que se mezclaban entra las de las ambulancias y los patrulleros.
Por supuesto las ambulancias solo recogían a los policías heridos, dejando abandonados a las personas “bañadas” en sangre “caídas” en la batalla.
Pero lo que nunca voy a olvidar de aquella tarde de principios de los 80`, es a aquel hincha de Chicago de pelo largo, al que le faltaban algunos dientes, y que había advertido a mi viejo que me protegiera.
Cuando todo terminaba y yo seguía mirando por la endija de la ventana, vi como un supuesto oficial de civil lo tomaba del pelo y lo arrastraba hacia un Falcon verde, y en ese momento entre gestos de dolor y una leve sonrisa, gritó con toda su alma ¡Viva Perón Carajo!
El Falcon arrancó a toda velocidad y yo hasta el día de hoy lo sigo buscando en la tribuna para agradecerle…aunque jamás lo volví a ver.
NACHO DE TOMMASO
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