Faltaban tres fechas, incluyendo aquel cotejo jugado en Mataderos.
Pintaba para una tarde memorable, el “Pipita” Higuain estaba imparable, todavía tengo en las retinas el segundo gol de Chicago marcado por él, besándose la camiseta (como lo había hecho en el monumental en el torneo anterior).
Chicago había jugado un gran primer tiempo y parecía que se venía la goleada…pero…
El equipo en ese entonces dirigido por Daniel Passarella (hoy Presidente) consigue el descuento y los nervios nos empiezan a ganar a todos.
Hasta que llega “la jugada” que cambió el destino. Abelairas toma la pelota y un metro afuera del área ante el mínimo roce elige zambullirse, Furchi no duda en cobrar la falta afuera del área, que aunque dudosa, estaba dentro de lo previsto que la sancionara.
Y ese fue el instante “fatal”…
El asistente Nº2 de apellido Qualiza levanta el banderín, Furchi lo mira de reojo pero quiere que se ejecute rápidamente el tiro libre para que el llamado pase desapercibido, quien no lo permite es J.P Carrizo (arquero de River) que se cruza de área a área gesticulando ampulosamente y se pone delante de la pelota y del “juez” para “vigilantear”, perdón, para avisar que el “asistente” estaba indicando que aquella falta había sido dentro del área.
Furchi va, escucha al línea, lo trata de disuadir como puede con su escasa personalidad para que pase por alto esa jugada, pero fue inútil, Qualiza tenía “varias razones” para mantenerse firme y Furchi no tenía los huevos necesarios para desdecir a su asistente.
Carrizo disfrutaba de la situación, provocando y gozando a la gente de chicago.
<!--[if gte mso 9]>Los jugadores del “Torito” imploraban, se arrodillaban, pedían misericordia al juez y a los rivales, algunos futbolistas de River se apiadaban pero los referentes fueron implacables: “Soy un profesional”, declaró Ferrari después de ejecutar el penal dos veces (la conciencia de Furchi hizo que Ferrari volviera a ejecutar “por invasión”.
Yo estaba comentando el partido con Emiliano Lentini, acaso de los relatos más dramáticos que hice en mi vida.
Por eso no me pidan que tenga palabras de aliento y contemplación por el descenso de River.
Dicen que la vida es una rueda que gira permanentemente y viendo el llanto de Carrizo después del partido con Belgrano y después de ver como “el gran profesional” de Ferrari se hizo amonestar en el cotejo de ida por el “cagazo” que tenía de jugar la revancha, queda claro que nunca hay que “escupir para arriba” porque a la larga o a la corta el tiempo pone las cosas en su lugar.
Y si no es así, pregúntenle a Carrizo a Ferrari o a Passarella. Bienvenidos al infierno “Millonarios”.
NACHO DE TOMASSO